Dos átomos de hidrógeno, uno de oxígeno, mas la temperatura adecuada es la mezcla que Dios usó para crear el agua y con ella también los aminoácidos, los cuales son responsables de las proteínas. Las mismas son los ladrillos que conforman el organismo de todos los seres vivos. Para completar, Dios sumó carbono, nitrógeno, fósforo y azufre. Estos elementos son la base de la vida creada por Dios.
Un grupo de químicos, anatomistas, fisiólogos y astrónomos de la Universidad de Sao Paolo, imaginaron como deberían ser y que necesitarían algunos animales para poder sobrevivir en los diferentes planetas de nuestro sistema solar.
En Mercurio por ejemplo, el cual está compuesto de silicio, la temperatura oscila entre 470 grados Celsius y -185 grados Celsius. Para no quedar frito por el calor, en Mercurio un animal debería vivir escondido en las cavernas que hubiera disponibles, y probablemente también en los polos del mencionado planeta. Sin luz y sin oxígeno, podemos suponer que entonces nuestro organismo sobreviviente debería ser pequeño y simple, sin patas, puesto que no lograría moverse. Sería casi como una piedra.
Tomemos el caso de Venus. En éste, la temperatura promedio es de 480 grados Celsius, dejándonos nuevamente con el problema del calor para el desarrollo de la vida. Un topo venusino sería tan hediondo como un huevo podrido, debido a la alta densidad del azufre. Necesitaría una supercopa de queratina, (el mismo material del caparazón de las tortugas), para protegerse del calor y del ácido sulfúrico de la atmósfera de Venus. Viviría enterrado y necesitaría fuertes garras para aferrarse a las piedras y no correr el peligro de ser arrastrado por el viento peligrosamente.
En Marte podríamos decir que sin lugar a dudas de existir un animal capaz de vivir allí debería soportar temperaturas extremadamente frías, ya que este planeta es prácticamente un congelador. La temperatura promedio es de 60 grados Celsius bajo cero, y la gravedad es tres veces menor que en la Tierra (en la Luna “G” es aproximadamente 6 veces menor en relación a la Tierra). Un animal marciano tendría escamas para no ser quemado por el frío, además, tendría una cobertura permanente de cera sobre el cuerpo para no sufrir de cáncer de piel. La sangre debería ser de un material diferente del agua, para no congelarse, quizás podría ser alcohol etílico. O sea, nuestro amigo marciano sería alcohólico. Tampoco vería bien debido a las constantes tormentas de arena. Necesitaría una capa protectora para los ojos. Finalmente, por la baja gravedad, tendría piernas largas para andar saltando.
Seguramente por algo Dios nos ubicó en el planeta ideal: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.” (Génesis 1:31)
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