Los peces no se mojan

¿Qué pensarían si les dijera que los peces no se mojan? Casi con seguridad dirían que no es verdad, pero estarían equivocados. ¿Sabían que aunque los peces viven en el agua, están recubiertos por una especie de capa única que los mantiene secos? Están tan secos como si se hubiesen puesto un impermeable en un día de lluvia.

Incluso están más secos que las aves acuáticas, ya que estas deben limpiar y arreglar sus plumas constantemente para que no se les llenen de agua. Están más secos que el ser humano cuando nada. Parece difícil creer esto, ya que el pez pasa toda su vida dentro del agua, pero su piel y sus escamas están recubiertas con un manto de mucosidad que forma una verdadera película aislante.

Esta película cumple otra función que es la de lubricar el cuerpo para que el pez pueda moverse con facilidad en el agua. Sin este lubricante debería disminuir en forma considerable la rapidez con que se desplazan en el agua. Gracias a esto, los peces más veloces pueden nadar a varios kilómetros por hora.

El apóstol Pedro en 1 Pedro 5:5 nos dice que todo cristiano debería tener una capa o manto especial para una mejor vida. ¿Saben cuál es ese manto? Efectivamente, la humildad. Tener esa capa nos diferencia del resto de la gente, ya que no nos enojaremos si nos dicen algo que nos disguste o no nos molestará que alguien se lleve los aplausos por algo que nosotros hicimos bien.

Las personas humildes son las más felices del mundo porque se mueven en la vida con mucha suavidad, como un pez en el agua recubierto de su manto especial.

"...revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes."
(1 Pedro 5:5)