En muchas ocasiones hemos visto reportajes o noticias en la prensa acerca de personas que han sido impactadas por relámpagos y milagrosamente han sobrevivido. Se dice que en promedio, unas 70 personas mueren anualmente al recibir impactos de relámpagos pero, ¿cómo algunos logran sobrevivir y otros no?
Quizás algunos podrían pensar que esto se debe a condiciones como temperatura del relámpago como tal, o bien a la temperatura del ambiente, etc. Por lo general esta oscila entre los 53,000 grados Fahrenheit (29,400 grados Celsius) y los 55,000 grados Fahrenheit (30,500 grados Celsius). Sin embargo, y para sorpresa de los que así creen en la temperatura como factor a considerar, esta no es la causa principal.
Cuando un relámpago se forma como producto de la ionización de los gases que componen la nube, y en su camino a tierra se encuentra con un cuerpo humano, con una persona, es normal que busque la ruta más corta para “hacer tierra”. De modo que esta gran cantidad de energía (de por lo general 30,000 amperios), puede que haga impacto y busque bajar a través del hombro, a través del costado del cuerpo, y finalmente a través de la pierna de la persona impactada. Lo importante es que mientras el relámpago no haga contacto ni con el corazón, ni a través de la columna vertebral, es probable que la persona sobreviva al impacto.
“Oh Jehová, inclina tus cielos y desciende; Toca los montes, y humeen.
Despide relámpagos y disípalos, Envía tus saetas y túrbalos.
Envía tu mano desde lo alto; Redímeme, y sácame de las muchas aguas, De la mano de los hombres extraños,
Bienaventurado el pueblo que tiene esto; Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová.”
(Salmo 144:5-7,15)
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